lunes, 5 de diciembre de 2016

Cosquillas.

Prueba a llamar a la puerta. 
Nadie abre,
pero era urgente que sólo yo tuviera la llave
a pesar del margen de error
¿No?
Nadie contesta si no alzo la voz
pero es mi silencio y lo rompo si quiero.
¿será que sólo solos somos nosotros?
Será, no sé; 
he mudado la piel.

Invadía todo el espacio, 
parecía hacer una obra de arte
de este desastre emocional.
Pero siempre he odiado los finales felices
y mi propio libro no se salva de ello.
Con lo que detesto no tener el control
me las he arreglado para dejar el timón 
en manos de un pirata.
Lo he soltado, sin pensar,
-virtud que no dejo de desarrollar últimamente-
y el barco se ha dirigido
al puto ojo del huracán. 
Y no puedo más que observar;
soy yo quien conduce.

Lo que reprimimos tiende a explotar,
y nunca sabes quién va a salir ardiendo.

Aun así voy por buen camino;
tambaleándome,
sin ver,
pero hago lo que puedo.
Ojalá mecanizarme también,
es menos agotador que recoger pedazos
a cada paso,
    a cada paso,
        a cada paso.
A pesar de todo(s) merece la pena. 
Como afirmación.

Postdata:
Ya verás 
-y veréis-
como no somos tan distintos.
El viento, aunque incomode,
sopla las alas de todos los pájaros
y tú y yo,
al fin y al cabo,
somos dos más.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Volar

Aquí sopla el viento.
Está despeinando las hojas
pero no se caen,
retando al otoño a un duelo,
haciendo oídos sordos a su "ya he llegado".
Ya ha llegado.
¿Lo oyes?

¿Me oyes?


Sé que sí.

Sé que me besas de dentro hacia fuera,
y sé que nunca antes habías llamado a gritos al invierno,
que ansías el calor de diciembre,
que enero andará en la cuerda floja.

Aquí sigue soplando el viento.

Aúlla.
Ha hecho volar todas mis intenciones,
me ha alborotado el pelo
y así me quiero mucho más.
También ha mordido tu imaginación
Y la mía.
Por eso te veo, a lo lejos,
metiendo el sol en un sobre.
Lo vas a necesitar,
pero lo envuelves, entusiasmado,
para mandarlo al escenario de tus pesadillas
que cada día
-confío-
te asustan un poco menos.

Te espero al otro lado

en la que será de mis palabras favoritas;
esa que ya no detestas tanto,
esa que aprenderás a querer.
Te espero aquí.
Te espero siempre.






martes, 29 de marzo de 2016

Palabras.

No tengo palabras. No me quedan. Se deshacen. Vierto en tus manos todo lo que soy. Arden cataratas de  escalofríos, y no hay muro que quede en pie. 

Y el mundo no deja de girar y nada de lo que haga tendrá sentido hasta bien entrada la noche, cuando cuentes hasta diez y me haya dormido a tu lado. 

Yo con algún roto de no saber qué darte, y tú feliz, haciendo remiendos con poco más que unos cuentos infantiles. 

Aún así no existe nadie hecho solamente de virtudes. Por suerte. Porque es entonces, cuando asoma la oscuridad, que me dejas devolverte la vida que me has dado. 

No tengo palabras, y aún así, cada frase que formule será tuya.

jueves, 4 de febrero de 2016

Calma.

Imaginación,
grave,
en el mejor de los sentidos,
en contra de todas las reglas gramaticales. 

Nunca se agota la vida, el deseo. Nada es temporal. 
Por el momento. 

Pero
hasta la generosidad puede morder si la miras de cerca.

Y entonces sí.
Sí que confío en una mano acariciándome el pelo
como si fuera a envejecer si no lo hace.
Como si el frío sobre mi cuerpo
le arrancara el oxígeno.
Como si una luz apagada
fuera aire
directamente inyectado
a sus venas.

Y parece que el sentido se ha perdido,
por más que grito no regresa,
pero siempre estás tú, amor,
trayéndolo de vuelta.

Ese es el secreto. Lo revelo y sigue siéndolo. Ese es el secreto.