miércoles, 23 de septiembre de 2015

En rojo.

Quiero escribir-té en mano-,
porque hoy no duermo en casa
y dejé allí mi brújula.


Luego recuerdo:
llegué de trabajar el sábado
a dormir por falta de sueño
-que no de sueños-
y, amor,
un volcán.

Vehemencia.

Nos echábamos de menos
después de tres horas sin vernos.

Mi cansancio y tu resaca se enamoraron.


Domingo,
quiero recuperarte.
Recuperarnos.
Poco importa si el café se bebe donde te dije
o bebes tú
lo que me dices
vía amenazas absurdas
que ojalá cumplas mañana.
["Si no te duermes..."
sólo tú lo sabes]


Lo que yo sé
es que en tu cabeza
de manera asidua escribes libros
o relatos cortos
o poemas
imposibles de traducir a palabras.

Lo sé porque  me haces cruzar en rojo
sólo para verme reír;
lo sé porque nos defines con caricias;
lo sé porque te sé
sin mirarte siquiera.

-Aunque mirándote me gustas más-.



jueves, 20 de agosto de 2015

Cuando es de noche a medio día.

Cuando es de noche a medio día
hay dos letras de verano
y otras dos de mar.

Cuando es de noche a medio día
abre un ojo la persiana
y talla "censurado"
sobre la madera.

Cuando es de noche a medio día
escribo en distintas gamas de verde
y a duras penas.

Cuando es de noche a medio día
hay lugar para las buenas personas
y personas a medias también.
Las primeras son tan pocas
pero tan grandes
que nos da la madrugada
en un abrir y cerrar de risa.

"Tienes una caja donde guardas todos los colores".


domingo, 24 de mayo de 2015

Domingo

Qué domingo tan lleno de vida, y qué noche tan oscura. Me oprimen las costillas aunque hayas plantado flores,
porque después de tirarte los trastos
a la cabeza
quiero lanzarte la boca
al cuello.

Devorarte hasta no dejar ni los dedos de los pies, para que asustes a la melancolía, que me ha echado raíces y yo no la echo ni a patadas.
                                              
  -Está bien; la riego un poquito, pero muy poquito, de verdad-

Vernos decidiendo el futuro y la gente pensando que ya lo hemos alcanzado, mirando esa manita de casi cinco años que agarraba la tuya. Y los dos riendo. Y tú tan tú, y yo tan yo. Y fíjate qué raro: no hemos discutido esta vez.

-En las cosas serias te respeto. Por tonterías, un huracán-

Una vez fui tan sagaz como para volver, y nunca más nevó. Y tú has sido tan... ¿desequilibrado? como para no levar anclas y tirar la brújula al mar, aunque no te coja el teléfono cuando sólo llamas para decir que me quieres. 
Que me quieres.
Me quieres.
Te quiero.


Nunca habrá una tregua; olvídate si es lo que quieres. Pero a cambio… No se me dan mal los juegos de niños, ni los animales, ni las palabras encadenadas a tu garganta. (Como yo).

domingo, 10 de mayo de 2015

Memento Mori

(Recuerda a Mori)

Y claro que te recordaremos. Y en mi cabeza miles de cosas que no te dije, que no hice. 

Hoy no tengo poesía, pero sí agradecimientos. Quiero ser breve: Gracias por enseñarnos lo frágil que es la vida, por hacernos comprender que nunca debemos dejar nada para más tarde. -Porque te dije que iría a verte el sábado, y fui, pero era, como ya he dicho, demasiado tarde. Perdóname-. 

Ahora eres eterno. Ahora eres ese hilo rojo. Il filo rosso, atravesando el corazón de todos y cada uno de los que tuvimos la suerte de vivirte. Eres esos globos que dejamos escapar al aire, libres, salvo porque a ti nunca quisimos dejarte marchar.

Ahora eres la luz del atardecer sobre un puente de Bolonia, y la noche se ha dado demasiada prisa en llegar. Eres Bruce Springsteen en el diverti-jeep como tú decías. Estarás presente en cada acorde que escuchememos.

Ahora te toca a ti: estés donde estés, cuídanos. Nosotros cuidaremos de tu recuerdo todos los días de nuestras vidas. 

domingo, 1 de marzo de 2015

Sin título.

Me encanta verte hacer. Hacer y deshacer tus pasos, cuando eres uno y pareces un ejército entero de hombres a tu servicio. Y sólo eres tú, y eres tanto que te desconoces. Y me gustas.

Eres luz sin guión previo, predecible y sorprendente. Me voy y te miro, te vas y cierras los ojos. Y me gustas.

Casi tocamos la puerta de la siguiente escalera. Y deseamos una costa azul de playas verdes, que sí, que existen. Y existes tú desde mi mirada, y yo odio pestañear por perderte de vista. Y me gustas.

Me gustas porque me quieres así, imprecisa, aunque no entiendas nada. Ves belleza y tu hogar.

Y yo también.

Te quiero.

lunes, 16 de febrero de 2015

Lunes.


"La niebla perezosa de su carta sin papel. El perfeccionismo de meses dándole cuerda a la cabeza. 

Pero luego esa falta de garra, 
afilar las uñas
y clavarlas en el alfil 
del hombro que tanto ha besado. 

Un gotero de incomprensión, intravenoso. Y otra dósis por vía oral. Porque a veces tenemos que respirar, pero no sabemos dónde encontrar el oxígeno.

La paciencia es la cura para un mundo intranquilo."

lunes, 2 de febrero de 2015

Florencia epistolar.

“Te escribo desde un portal de Florencia. Estoy en una calle que desconoces, en un barrio cuyo nombre ignoras. Y así seguirá siendo, porque quiero presentártelos personalmente. Es mi undécimo día aquí con el frío pegado a mis talones, y el viento creyendo ser  tus caricias en mi rostro. Aún enciendo al atardecer una vela en el salón por cada pesadilla que tuve la noche anterior, como solías hacer tú (y apuesto a que aún harás). Tú y tus supersticiones, tú y tus empeños en quemarlo todo con velas e incienso. 
Esta noche lucen tres. Y quiero contártelas todas.
En el primer sueño aparecías tú, cómo no. Tú me mirabas entre cientos de ojos más que contemplaban mi éxito en el escenario. Pero llorabas. Llorabas y te juzgaba egoísta por no compartir la sonrisa del público. Llorabas y te esfumabas. Y contigo la gente a mi alrededor, el telón y las butacas. Quedaba la nada, y yo atrapado en ella e inmóvil por toda la eternidad.
En el segundo corría por el Ponte Vecchio perseguido por algo, con el corazón desbocado. La gente se apartaba a mi paso con semblantes horrorizados. Pero el puente no terminaba nunca. No barajé otra posibilidad y me tiré. Creo que caí durante horas. Desperté sudando.
La última pesadilla estaba llena de aves que volaban hacia el norte a morir de frío. Intentaba atraparlas, cazarlas, darles muerte yo mismo para evitar que se congelaran lentamente. Pero no lo logré. Se helaron sus alas.
Quizá me esté volviendo loco porque tus cartas han dejado de llegar. Quizá me sienta culpable. Quizá tenga la culpa. Quizá me haya equivocado.

Hace demasiado frío para interpretar todas esas señales.”

domingo, 1 de febrero de 2015

Bajará la marea.

Mi abuelo escribió
lo que hoy cuenta mi espalda:
Pájaro que quiere vuelo
mejor dejarlo volar.

Y el sabio volvió a hablar
diciendo que encontré un pájaro
que no quería volver 
a levantar el vuelo.
Juro que no hubo alas enjauladas
tras barrotes de algodón
más felices que las suyas.

Bandera blanca:
vuela cuando quiere. 
vuela cuando quieras.

Respiramos el mismo aire.

Quédatelo todo
déjame en una casa sin ventanas
que me quedo a esperarte.

Y agárrate a mí,
que te salvo de la marea
hasta que el viento nos sople a favor.
Estás cubierto de sal;
escuecen las heridas,

pero curará.