domingo, 29 de junio de 2014

De manera concisa.

Hoy seré breve.

No voy a hablarte de esperar durmiendo en tu cama,
ni del desayuno de buenas noches,
ni de la falta de sueño
por exceso de escándalo.

Tampoco mencionaré la luz de tu mesilla
que nos dejó en penumbra
y aun así nos miramos,
ni mis despertares hambrientos,
ni los besos ciegos
a horas (más o menos) tempranas.

Sólo venía a decirte que me declaro culpable
de los libros y las ranas en tu vida,
consciente 
de lo absurdo que es llorar 
por la forma más estúpida de injusticia,
y satisfecha 
de regar contigo rosales cada día
y me cures las heridas de sus espinas.

Gracias por custodiar mis sueños
y ahuyentar las pesadillas.


domingo, 15 de junio de 2014

Reales.

"Cierra los ojos".
Así,
expectante,
con los ojos bien cerrados
y el corazón bien abierto
me dejé guiar
por tus manos al volante
camino a qué sé yo dónde.

Y los abrí
con tu boca en mi oído
recitando la introducción:
Aquí empezó todo.
Allí estábamos,
con catorce catorces,
con miles de motivos,
de secretos,
de heridas
más,
volviendo al kilómetro cero.

Después, la magia en mis oídos,
con un huracán de emociones
y gotas de sensibilidad
resbalando hasta el cuello,
porque ellos nos cantaban
a nosotros,
sólo a nosotros.
Así lo quise vivir.

Y el asiento del coche puede ser
lo que le pidamos
hambrientos de todo, 
sedientos de todo.

Creo que reí hasta morir,
que me alejé realmente
de la vida
contigo, 
que fallecí
entre carcajadas.
Y qué bonito fue.

También volví a reír
mientras bailamos,
porque una vez más
Suárez tuvo razón.


Y lo que vino después
de que el viento jugara con mi falda,
al abrir la puerta de casa
y cerrar la de la habitación
solo puede mencionarlo
tu memoria,
susurrando, 
para que no se lea
en nuestros ojos
el delirio 
por amarnos así.

No existen circunstancias
más deliciosas
que mi cuerpo dormido 
buscando el tuyo,
que despertar porque me besas,
que regalarnos libros.
No hay nada más satisfactorio 
que tu rostro
cuando te digo
que sólo nosotros
somos reales.