jueves, 2 de agosto de 2018

Suelo

No sé qué aspecto tiene.
Acaso parches de girasoles
en faldas raídas sin permiso.

Es el dolor entre costados,
el calor entre caderas.
Es la soga en las cuerdas vocales,
las llagas en los dedos.
Muere en el silencio de una radio rota,
atrapada en telarañas de preguntas 
privadas de réplica.

Quizá sea esa playa que sueñas
o un arroyo cristalino.
Los hay que no la ven.
A mi me da la vida y me la jode.

Se puede bailar con la mirada.
Uno puede arder porque el tiempo
no deja de correr
y no se deja alcanzar
y aquí no deja de llover
calando el otro lado de una tierra
en la que echar raíces 
es una muerte asegurada.
Una tierra radiactiva.

Hace días tenía un jazmín en el pecho
para recordar que la vida es una vez.
Guardo un borrador con mis argumentos
pero me he quedado ciega. 





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