domingo, 29 de junio de 2014

De manera concisa.

Hoy seré breve.

No voy a hablarte de esperar durmiendo en tu cama,
ni del desayuno de buenas noches,
ni de la falta de sueño
por exceso de escándalo.

Tampoco mencionaré la luz de tu mesilla
que nos dejó en penumbra
y aun así nos miramos,
ni mis despertares hambrientos,
ni los besos ciegos
a horas (más o menos) tempranas.

Sólo venía a decirte que me declaro culpable
de los libros y las ranas en tu vida,
consciente 
de lo absurdo que es llorar 
por la forma más estúpida de injusticia,
y satisfecha 
de regar contigo rosales cada día
y me cures las heridas de sus espinas.

Gracias por custodiar mis sueños
y ahuyentar las pesadillas.


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