domingo, 18 de mayo de 2014

Después.

Qué hacemos con el monstruo bajo tu cama, que trepa por tu espalda cuando despiertas y te araña la piel, y me araña el alma. Responde al nombre de cobardía. Y no sé a dónde llevan tus palabras cuando carecen de sentido, cuando hablas sin pensar, y cuando piensas callando.Y ahora cómo voy a prometer que bailaré al fin y al cabo, un verano en tus manos o un invierno en tu boca. Resuenan los acordes de tu risa en las paredes de mi pecho, y aún no encuentro respuesta para tu ausencia de principios, para tu vacío emocional. Hay mucho camino por andar, aullarás a la luna y le suplicarás que deje de devolverte una mirada que no es la que buscas, no es la que te falta. La vida siempre ofrece lecciones sin interpretar, para que escojas cómo encajar los golpes. Mientras, Andrés canta en mi habitación. "Cuídate, nos debemos la vida", como si nos conociera. Como si supiera de tus cafés solos, de tus susurros, de tus lunares. Como si supiera de mis debilidades, de mis ganas de guerra, de mis despertares. Me pide que vuelva, cuando tengo que estar sola, probar el egoísmo, saborearme detenidamente. En eso consisten mis días tras dejar de navegar hacia tierra firme. Ahora hay tormenta. Pero lo cierto es que la luz cada vez entra con más intensidad por mi ventana, para bañar en claridad mi habitación, y a mi con ella, para dar una tregua al dolor. Me ha regalado una balanza. Sólo tengo que comprobar hacia dónde se inclina.

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