sábado, 3 de mayo de 2014

Scarpe rosse.

Volver y desconocer tu ciudad. Volver, más que con la frente, con el corazón marchito por dejar atrás el lugar en el que andábamos, bailábamos, corríamos descalzos. Volver a nacer con cada globo que volaba disfrutando de su absoluta libertad, como nosotros. Hacer de lo inicialmente ajeno algo tan nuestro que resulta difícil y absurdo plasmar en papel, pero que tendrá siempre su rincón dentro de cada uno de los miembros de este grupo que ya no guarda la distancia formal de respeto. Disfrutamos como niños de un breve periodo de tiempo que sólo puedo definir como mágico, y ahora no queda más remedio que echar de menos esa suciedad con la que calificábamos a la bella Bolonia, la falta de horas de sueño, el exceso de pizza, la carencia de voz y el escándalo español.

Un hilo nos une de forma permanente, hecho de despertares en una pequeña familia, de bromas inagotables, de escondites, de mambo, de mil idiomas diferentes, y de muchas, muchísimas carcajadas. Abrumados por la emoción de compartirlo todo cada día, para llevar a cabo un espectáculo que hasta el sol quiso ver, dejando marcas en nuestras pieles. La lluvia sólo acompañó a las lágrimas que aplaudían al final de una experiencia inolvidable. El gesto de soltar el globo al aire, la delicadeza de la unión entre hilo e hilo, la fuerza de la tela de araña, el verde impactante del ácido, la intensidad del rojo de los zapatos… Cada detalle gozaba de una importancia única, y todos los colores y los movimientos han quedado grabados en la retina.

La lista de agradecimientos a todas las personas que pusieron su granito de arena para que nos quedásemos con el delicioso sabor del teatro italiano es interminable, y recuerdo con ternura cada detalle que me hizo sonreír. La hospitalidad, la atención, ignorar qué es la vergüenza, encontrarse cómodo en un ambiente que desbordaba naturalidad, o acatar órdenes de una voz cercana -y nunca autoritaria-. No acabaría jamás si tratase de retratar cada escena que me conmueve cada vez que la evoco. Así que sólo me queda daros las gracias, a todos y cada uno de los que habéis formado parte de esta maravillosa vivencia.


Semplicemente grazie. 

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